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La melancolía de las cosas

Book

“Meditaciones, delirios y otros recuerdos ”




EL FANTASMA DE LA CARENCIA


Hay personas que nacen para recordar. Llegan al mundo nostálgicos. Tienen descompensado el equilibrio necesario entre lo físico y lo etéreo y suelen vagar por el mundo como fantasmas que buscan, desesperadamente, su lado material. Esta carencia, negada a estos por Dios, el destino o la naturaleza, les dota de un rasgo definitivo: la melancolía. Pedro José Saavedra nació con este desajuste. El mundo le parece incómodo. No encontró nunca la forma de poder descansar en él. Por eso no ha dejado de correr, de aeropuerto en aeropuerto, de amor en amor, de libro en libro, de foto en foto. No encuentra asiento ni dentro ni fuera de sí. Pero Pedro, presa de esta inquietud, corre como se corre en los sueños, agónicamente lento, como bajo el mar. No puede ser casualidad que sus mejores textos sean la descripción de sus propios sueños y correr su actividad física predilecta.

A Pedro le ocurre lo que a todos los que conviven con el fantasma de la carencia, siempre necesita un plan de fuga. Ya sea la planificación de un proyecto artístico, de un viaje o de un refugio, el plan tiene dos fines esenciales y balsámicos: huir de este mundo molesto, asimétrico; y huir de la muerte.



El plan se convierte en un motor para el entusiasmo, un generador de esperanza y posibilidad. Para Pedro, planificar es un antídoto contra el miedo a morir, un miedo que es maldición y combustible a la vez. Nunca sabremos cuánto hay de nosotros antes de llegar al mundo y cuánto se va construyendo en nuestro experimentar con la vida. ¿Cuáles son los porcentajes? El miedo a morir del autor de La melancolía de las cosas tiene una motivación objetiva en la prematura muerte de su padre, quien, en esta obra, se revela como carencia y como fantasma. El peso sicológico de esta ausencia impregna no solo las páginas de este libro, sino que parece una huella en la personalidad de Pedro cuya hondura es difícil de medir, al menos para mí. Nos guste o no, nuestros padres reflejan parte de lo que somos, ya sea por la impronta biológica o por su influencia en nosotros a través de una convivencia tan intensa como la de un padre y un hijo. En cualquier caso, pensar esta vida alternativa, robada por una desgracia como la que sufrió Pedro, le ha servido a este para que su imaginación tenga una fuente extra de creatividad y de melancolía que ha marcado su vida y su obra. Todo queda, todo construye.




Como el niño que sueña con alcanzar el centro de la Tierra cavando en la arena a la orilla del mar, conocer a Pedro es una tarea infinita (aunque, ¿quién conoce al otro en su totalidad?). Para llegar a cotas bien profundas en este “cavar a Pedro” se necesitan grandes dosis de paciencia y perseverancia. Sin embargo, no puedes conocer a nadie si este no se conoce a sí mismo antes. Las personas somos una obra inacabada, como un personaje de Roberto Bolaño.


Conozco a Pedro desde hace 25 años y, tras leer La melancolía de las cosas, tengo la sensación de que mi amigo ha dibujado, por fin, la silueta de su historia, la esencia del sí mismo. Además, ha conseguido algo emocionante, que nos sintamos reconocidos todos los que llevamos junto a nosotros el fantasma de la carencia.

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Escrito por Luis Expósito. Un amigo.









PEDRO J. SAAVEDRA | 17, 22, 32, 34, 38, 47, 58, 69, 73, 80, 82, 88, 96, 98, 106, 111, 116, 121, 128, 132, 142, 154, 158, 164.
ÁLBUM FAMILIAR | Portada, 42, 52, 110, 185.
ISADORA GONZAGA | 172.
ANTONIO CID | 160.
FOTOGRAFÍA | 41. Imagen de España y Europa por el satélite ruso  Meteor-M N2-2,
e interceptada en el hogar del autor a través de SDR en la frecuencia 137.9 MHz.
FOTOGRAFÍA | 49 . Ecocardiograma del corazón de autor.



«La melancolía de las cosas» es un laberinto emocional y autobiográfico en el que, más que buscar la salida, el autor busca dibujar un mapa honesto y minucioso de este. Consciente de que el laberinto de la vida no tiene confín, Pedro José Saavedra escribe este libro como un detective de sí mismo. Una investigación cuyo motor es el miedo a la muerte y la necesidad, casi desesperada, de atrapar la vida. A través de sueños, fotografías, reflexiones y relatos de la memoria y los viajes, el lector se encuentra aquí con un puzzle literario que, como las mejores historias, nunca se termina. Un retrato íntimo y universal escrito con el estilo limpio y profundo de la mejor literatura americana de Carver o Kerouac y que, definitivamente, revela la certeza incómoda que nos dejó Heráclito: El carácter es para el hombre su destino.

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