El rostro; el rostro que encierra «ese tesoro, esa pepita de oro, ese diamante oculto» que es el «yo» infinitamente frágil, estremecienéndose en un curpo; el rostro sobre el que fijo mi mirada con el fin de encontrar en él una razón para vivir ese accidente desprovisto de sentido que es la vida.
Kundera a propósito de Bacon. Bacon. Portraits et autoportraits, Les Belles Lettres, 1996