Sólo cuando recorres esta tierra gélida y apesadumbrada aprendes a amar la oscuridad y la luz. Pero no por separadas, juntas a la vez. El antiguo bloque soviético está inundado de ellas. La luz en sus diferentes formas, color e intensidad, está siempre presente, sobre todo al caer la noche. Cuando empieza lentamente a
producirse
la bruma, y la oscuridad gana terreno al día, esos puntos de luz: rojo, amarillo, azul, púrpura...; que iluminan el suelo, las esquinas, cada
rincón... hacen que la ciudad se convierta en un territorio
transformado
en fábrica que produce cientos de siluetas.
Pero la luz que nos regala estos países sumidos en la melancolía no tendrían sentido alguno sin un porcentaje exacto de oscuridad. Se trata de armonía.
Este trabajo es un diario de fotos de un viaje inconcluso y de dudoso orden. Retrata parte de una antigua aventura por la vieja Unión Soviética. Eurasia es un territorio que parece anclado en el tiempo, en standby, a la espera de un nuevo resurgir. Recoge a modo de trazos y destellos vetas de un pasado reciente, casi
contemporáneo, que nos deja una dulce nostalgia que se nos antoja prometedora y esperanzadora, pero a la vez, amarga
y deplorable. La nostalgia del poder.