Se
calcula que unas 300 mil piezas en forma de iglú y fortines tapizan el subsuelo
albanés. Después de 43 años Albania deja agonizar los miles de búnkers esparcidos
por el país en forma de vestigios de un pasado convulso; y ahora emerge de
ellos transformado en un pequeño y acogedor país cálido y amigable. Un lugar colmado
de pueblos con una tranquilidad sorprendente, que combinan el pasado más vetusto
de influencias soviéticas con la delicia que nos brinda un enclave repleto de
luz, calma y culturas milenarias como es el Mediterráneo.